Es para mí el soneto un bien supremo,
un cáliz sideral, un arpa de oro,
el éxtasis de miel que da en lo extremo,
el cántico más límpido y sonoro.
Artificio sutil que yo me temo
quebrar o mancillar, floral tesoro
de todos y de nadie donde quemo
la facultad del dios que rememoro.
Rosa de luz del corazón salida,
dije radiante, alucinal, luz leve
más pura que jazmín o blanca nieve.
Un átomo de amor en que la vida,
al emerger debajo de la frente,
resuélvese en sonido trascendente.