Esos, eran días de inquietud y de extraños agitamientos. Mi corazón adolescente, enfermo de quimeras, a manera de un ave se lanzó en el vuelo tempestuoso del Amor, y es así como han nacido mis primeros versos a los embrujos turbadores de la Venus eterna que pasa encantando la vida. Es el aliento de Ella, que hecha un alma pasa por estas páginas.
Aquel aliento repleto de esencias embalsamó mi espíritu, como bien hiciera un rosal pródigo en un jardín epitalámico.
Ella, no es la musa que canta, ya en las auroras bermejas teñidas de lampos ilusionantes; ya en las tardes acuarias, tímidas y recelosas o en las noches vestidas de rayos de luna y de encantos de Paz, con una voz vaivénica que a un tiempo es un madrigal dulce y una elegía acre y desesperada.
¡Misterios de la Vida!
Yo, ante ella, no he sido más que un eco atento a la música de sus labios; una cuerda fiel a sus manos de marfil: un libro a la insinuación febril de su Pensamiento.
Junto a ella, mi corazón fue un incensario; mi alma un ara y mi Vida, todo un huerto sagrado, presto a tributar perfumes y flores.
Por ella, si he tenido breves dichas, si he tenido amarguras y angustias, fui feliz.
He saboreado el néctar de sus labios gloriosos de dulzura y apurado también la embotante hiel de sus acciones — pero callo; no es mi deseo hacer un reproche porque sé que es una bajeza ante el deber sagrado del Silencio.
Y, he aquí; van los versos del «REMANSO DE AMOR» ingenuos en la candorosidad de su pasión, como esas linfas cristalinas que se arrastran susurrando ignotas jaculatorias, al pie florido de un jardín de violetas y tulipanes.
Son mi ofrenda primera a la excelsitud gloriosa de su belleza no bien retratada.
Diríase un manojo de florecillas bañadas en lágrimas en vez de rocío.
De él se escapa invisible como una fragancia, toda mi alma ensangrentada en el Amor.
Luego, bravíos y turbulentos, arrojando espumas que son como guijarros, rugiendo angustias profundas, vuelcos nostálgicos, reclamos desesperados; vienen los versos de los «TORRENTES DE DESESPERACION».
¿Acaso en sus aguas turbias rueda mi corazón gritando aquel nombre fugitivo de la Amada?
Allí, mi alma desangrada clama a manera de un réprobo en medio de una noche poblada de fantasmas. Sin embargo, de vez en vez hay sosiegos y descansos lenitivos, para agotar muchos sudores de cansancio, y es quizás, en esos ratos, que surge en el silencio una armonía de nostalgia impresa de quejumbres ya pausadas.
Debiera ruborizarme, pero no: no lamento aquel AMOR que tuvo de comedia y de tragedia, ni detesto aquella sombra que amalgamó la mía en el lazo candente de la Pasión.
Y he aquí, que van a recorrer el mundo de las almas.
Habrá espíritus emotivos para acogerlos y sentirlos al encanto de una tarde o una noche extática de bellezas.
Habrá también otros que los arrojarán con vituperios de exilio, allá, a las regiones a que no alcanzaran sus ojos mundanales.
Mas no me turbo, y quedo acá envuelto en la púrpura de mi dolor, mirando cómo se alejan en un vuelo blanco de cisnes portadores de Armonía y de Belleza, a los jardines excelsos de la Poesía-
Enero de 1940