XIV
¿Recuerdas la nochecita
en que jugando te di
un beso tras de la pirca
llena de luz y alelí?
Y calladitos, temblando,
nos estuvimos los dos,
ojo con ojo mirándonos,
tontos, tonteando no más.
De tus simbas de chivillo
un pedacito corté
pa conseguir tu cariño
y me hallé tu ingratitud.
Paloma, ingrata, paloma,
en ese instante por qué
no habría sido quillincho
pa abrirte tu corazón.
Bajo tu blusa me han dicho
que han visto rosa y clavel,
yo en cambio hallé una cadena
para caer a tus pies.
Ay, que me muero queriéndote,
ay, torcacita, quizá
en tu boca –flor de huáullur-
el remedio me tendrás.