Yo voy por las calles viejas
soñando oscuras leyendas.
Como un rumor subterráneo,
oigo la voz del pasado.
En los balcones floridos,
se rompen tenues suspiros.
Bajo la noche encantada,
surgen extraños fantasmas.
Palidecidos semblantes
de damas angelicales.
Espadas que centellean
como retazos de estrellas.
Precipitados carruajes
regando flores y sangre.
Rostros patibularios
de inquisidores y esclavos.
Entre las sombras oscuras,
verdugos en sus capuchas.
Procesiones nocturnales
y cirios chisporroteantes.
Insomnes monjes ardiendo
los ojos como el infierno.
Fariokes en las esquinas,
cual si insinuaran heridas.
Enigmáticas figuras
venidas de la ultratumba.
El agua por las acequias
derramando sus tristezas.
En cada puerta el misterio
como un abismo siniestro.
Muriendo azul en las sombras
todo el pasado y sus glorias.
Calles que son vivas páginas
de mil historias fantásticas.
De visionarios virreyes
y alucinadas mujeres.
De templos todos roídos
por el orín de los siglos.
De plazas que en el silencio
gimen hazañas sin cuento.
De rosas que con el alba
se empapan de extrañas lágrimas.
De vientos que en el crepúsculo
arrojan sangre en los muros.
Como invadido de fiebre,
voy por las calles silentes.
Yo mismo soy un fantasma:
en el pasado está mi alma.