XV
Junto a la toma próvida de estrellas
supe querer a la paloma mía
bajo el dosel de un ñorbo cimarrón.
Yo la he querido cuando dos luceros
tenía por aretes y el arcoíris
por chashacata…(Que lo sepa Dios).
Víspera de San Juan era esa noche.
En los cerros ardían las hogueras
y entre las hierbas nuestro corazón.
Víspera de San Juan, lejanos perros,
cielo de estaño, adamantina luna
y entre los dos vientos de soledad.
Yo la he querido entre el fragor de rosas
de sus siete lulipas sobre el heno
donde su cuerpo fue vaso nupcial.
Tórtolas sorprendidas en mis manos,
declives de amaranto en que mi sangre
cayó ciega de luz como un corcel.
Ay, veintitrés de junio, día de oro,
vuelve todos los días, cada hora,
cada ratito. Vuélvete San Juan.
Vuélvete con tu cielo enamorado
tus tarucas de nube, tus pincullos
y tus rojos brebajes de embriaguez.
Vuélvete con tus mágicos alisos,
tus olorosas pencas y achicorias
y tu viento charango de pastor.
Que estoy aquí gustando todavía
la dulzura de huiro de su boca
y el fuego de su pecho de pishguel.
Que estoy aquí buscando la madeja
suelta de sus cabellos y su vientre
taza en que el sol ha elaborado miel.
Vuélvete, vuélvete, que si no vuelves
quizá me moriré de pena como
shulca de soledad, shulca de amor.