Al recordar el Dos de Mayo, siento
que el pecho, como el mar, se hinche de gozo.
Fue del Perú el histórico momento
más grande, más radiante, más hermoso.
De nuevo el León de Espada quiso hambriento
ponernos a sus pies…Hecho un coloso,
se alzó el Perú; vibró desde el cimiento,
y batalló sin conocer reposo.
Fue en el Callao. Tronaron los cañones.
Se desató el terror como un castigo
y la sangre corrió por borbotones.
Mas el Perú, surgiendo de la escoria,
rindió de contragolpe al enemigo
y, lo que fue derrota, trocó en gloria.