VI
Rosa amarilla, rosa de oro, rosa
la que florece en mi jardín, y al viento
transmite su fragancia, dulce aliento
no sé si de ángel o de oculta diosa.
Rosa fugaz, estrella misteriosa
que a diario intento retener, que intento
fundir en ella todo el sentimiento
de amor que me confiere su alma. ¡Oh rosa!
Estremecido, en éxtasis, la miro.
No encuentro explicación a su hermosura.
Solo en silencio la amo y la suspiro.
Tembloroso acaricio su tersura.
¡Qué hermosa! Es un joyel, es un zafiro
que se hizo luz surgiendo de la hondura.