El ensayo de Samaniego fue muy elogiado, pues llegaba en una época crucial para comprender la vida y obra de Vallejo. En 1958 fue merecedor del premio Nacional «Manuel González Prada».  Hoy, pese a los años que han transcurrido desde su publicación, los aportes ofrecidos por su autor mantienen vigencia. Juan Mejía Baca, reconociendo la calidad del mismo, lo describió así:

«El trabajo fue escrito entre 1946 y 1947, cuando aún la bibliografía en torno a Vallejo no pasaba del artículo ni del ensayo. Es – en el Perú- el primer libro orgánico (compilado, funcional) escrito acerca del creador de Trilce. El autor desentraña múltiples y ricos aspectos en el mundo poético de Vallejo. Este ensayo –prosa ágil y cálida- penetra en el misterioso universo vallejiano, distingue y separa cada uno de sus elementos constitutivos, los analiza en vivo, de acuerdo a los postulados de la crítica moderna, y nos entrega a Vallejo omnipresente y magnífico en una como revelación a plena luz…»

Antenor Samaniego, en una entrevista realizada durante la presentación de su libro, al ser consultado sobre qué representaba para él su encuentro con Vallejo expresó: 

«El viaje ha sido placentero y escabroso. Aún no creemos haber concluido nuestra peregrinación… En lo que atañe a la obra poética de Vallejo todavía hay múltiples y ricas aristas que desentrañar…Es algo así como hundir las manos en un vasto océano y extraer joyeles de cambiantes luces y colores. Poesía que, siendo actual, actualísima, es de todas las épocas. Vallejo, y entiéndase bien esto, no escribió de acuerdo a los estrechos cánones de escuela alguna, escribió sí dentro de un estilo, su estilo, aquel que se creara a «puro golpe de martillo».

Además de este ensayo, Samaniego le dedicó al creador de Los Heraldos Negros, otros escritos -entre ellos poesías- donde le testimonia su admiración e identificación social.

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