20.

Aré, segué, refocilé labriegas
que, recordando, sufro y me entristezco.
Tanto las degusté que hoy apetezco
el furioso ritual de sus entregas…

Olían a boñigas y borregas,
a dulce requesón, a choclo fresco…
Yo era un ardiente chivo donjuanesco,
patrón de almudes, libras y fanegas…

Después la vida urbana…¡Qué cojones!
…Caí y rodé … No me arrastré aunque el hambre
clavara en mí terribles aguijones…

Cuento hoy con un sitial…Pero prefiero
mis yuntas, mis barriles, mi corambre
y el véspero de un pálido lucero.

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