De tono está el callejón.
Hay dentro una gran jarana.
Los quitasueños adornan
las paredes de la casa.

Es la famosa patota
del barrio de los Cocharcas.
Los mozos visten de limpio
y de ilusión la pollada…

-¡Qué santo celebran, cumpa?
-¡El santo de doña Pancha!
-¡Basta, que esto ha de ser
de aquéllos como Dios manda.

¡Qué rocotitos rellenos,
qué choncholís, qué fritangas,
qué choclos y qué anticuchos
qué picarones, qué papas!

-¡Apropíncuese, compradre;
también usté es de la casa.
Métale usté un sacarroncha,
y alueguito…la de acanga!

Ya está que arde la jarana.
Qué firmes las dos guitarras.
Cómo se empeña el cajón.
Qué bien palmean las palmas.

La Rufina y la Eduviges,
qué salerosas, qué guapas.
¡Ave María Purísima,
qué bien que mueven las ancas!

Regia la marinerita,
regia la marineraza.
¡Qué taconeo endiablado
que saben estas muchachas!

Toda la mulatería
tiene seca la garganta.
De pronto ordena una voz:
-¡Agua pa la caballada!

En un pequeño intervalo,
se da descanso a las plantas;
mas no a los codos que empinan
vasos de chicha morada.

-¡Tómense un guayacolazo,
dice, sonriendo, una zamba;
y enseña una dentadura
más relumbrante que el nácar.

-Alvierta usté esa chicoca,
qué yegua ni qué potranca.
Y mire que los zambucos
ya echa por ella las babas:

-¡Quién es aquel currupanti
pelucón y mala traza?
-Cuidao que es un matoncito
parrandista y chupacaña.

También la Meche ha llegado.
¡Qué ojazos, madre del alma!
la buscan toitos los hombres
y qué miradas le clavan.

-¡De nuevo a rumbear, patitas!
-¡Cada cual su cada cuala!
-¡No desperdicie la música!
-¡A zapatear hasta el alba!

Hay floreadito de pisco.
Hay chicha é jora y chancaca.
Pero hay más miel en las risas
de aquel enjambre de guapas.

¡Qué bulla, qué loquerío!
Junto a las voces que cantan:
los zambos que piruetean,
las zambas que se arremangan…

Aquél que tira un clavel;
ella que arroja una dalia;
el otro que finge un gallo;
la otra una polla bravaza.

Con la guitarra morena,
las castañuelas gitanas,
y la quijada del burro,
cosa seria es la jarana.

Un pino en medio del patio
y encima la luna blanca.
¡Pero qué bueno está el santo
que ha preparado ña Pancha!

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