Todos los días las dos
al templo de La Merced:
la anciana: toda de negro;
la niña: zarga y crepé.
La niña: un melocotón,
la veterana: una nuez,
mientras se escucha: -¡Ahí van juntas
el cardo con el clavel!
Vuelan tras de la churrísima
los piropos a granel.
Están los ojos, están
que se la quieren comer!.
La viejecilla con rabia
requinta de cuando en vez.
La muchachita es de alfeñique.
La veterana es de hiel.
-¡Señora, doña Manonga
qué sobrina tiene usté;
en punto está é caramelo
con su boquita de miel.
-¿Es lirio o es amapola
esa finísima tez?
¡Qué gracias y qué donaires
de la cabeza a los pies!
-¡Dónde tenía escondido
tan caro y lindo joyel?
¡Qué muñeca, ña Manonga
monísima y de mamey!
-¡La poesía es su rostro
y en su busto qué altivez!
¡Con razón dicen que falta
un ángel en el Edén!