¿Qué tiene la recia chola?
¿Qué tiene la Baltazara?
Hombre que la mira, pierde
por ella el honor y el alma.

La mañana que llegó
a la plaza Huamanmarca,
prendió el asombro en toditas
las mozas que la miraban.

Las guitarras de los cholos
le siguieron las pisadas.
Quedó azorada la chola,
temblando como una dalia.

Los ojos de los rivales
cambiaron mudas palabras.
Puñales de odio chispearon
detrás de cada mirada.

En los senos de la chola
se oyó el rumor de dos alas.
Esa mujer era un reto
por donairosa y por guapa.

Juntas, bajando del cielo,
llegaron ella y el alba.
¡Con qué furor en sus rostros
batallan lirios y malvas!

En la plaza pequeñita
reabre el murmullo sus alas.
¡Ha entrado la tentación
en la tranquila comarca!

En el alma de los viejos
despiertan águilas bravas.
Los mozos sienten que el pecho
les arde como una brasa.

Las mozas tiemblan de rabia;
se santiguan las beatas:
-¡Qué mujer, Ave María!
-¡Qué mujer la Baltazara!

A ella se deben en los pueblos
pleitos allá, aquí batallas.
Hablen sino los cuchillos
de los secretos que callan.

En Chongos, en Huayucachi,
en Sapallanga, en Chupaca,
sembró el odio entre los majtas
y el duelo entre las guitarras.

Que hablen sino de claveles
de sangre las nieves altas;
los ríos y los pantanos,
del bermellón de sus aguas.

Hable el viento de los truncos
gemidos de las guitarras;
y los caminos, de potros
jineteados por fantasmas.

¿Qué tiene la recia chola?
¿Qué tiene la Baltazara?
Hombre que la mira, pierde
por ella el honor y el alma.

Ahora también, ya encendidas
las venas de chicha y chajta,
se arma un revuelo de gritos
en la plaza Huamanmarca.

Dos cholos color de arcilla
prenden la gresca. Sus caras
se buscan con fiero gesto
y con odio en las mirada.

Las manos de duros nervios
enseñan el arma blanca.
Van y vienen y, de pronto,
dan tarea a las navajas.

Las camisas de tocuyo
De rojas flores se manchan.
Los rostros empalidecen;
ruedan los cuerpos sin alma.

Las mozas sienten terror,
se santiguan las beatas.
-¡Qué mujer, Ave María!
-¡Qué mujer la Baltazara!

Y mudas como palomas,
se quedan las dos guitarras.
La tarde se pone triste
y el viento gime en las ramas.

Y camino hacia los campos,
ya se va la Baltazara.
Las viejas se hacen las cruces,
los viejos no dicen nada.

¿Qué tendrá la recia chola?
¿Qué tendrá la Baltazara?
Hombre que la mira, pierde
por ella el honor y el alma.

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