29.

Aléjate, dolor;
dolor, retira
tu fuego,
tu cilicio,
tu guadaña:
nada es la tierra.
¿Dios?
Una mentira.
Nada el Amor.
¿El Hombre?
Una alimaña.

¿Quién eres tú?
Tú existes dondequiera
sembrando flores muertas.
¿Por qué causa herir a fondo
o atizar la hoguera,
sin amnistía,
sin perdón,
sin pausa?

¿Quién demolió mi templo?
¿Quién deshizo mis ídolos?
¿Quién arruinó mi credo?
¿Quién diablo devastó mi paraíso?

Devuélveme, oh dolor, la fe;
no puedo sin ella ser yo mismo;
pues, preciso creer,
o inventar un dios…

Dame mi credo.

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