57.
Hay entre el mar y yo
cierta hermandad.
El mar es un dolor
llorando a solas,
un corazón
-gigante soledad-.
Yo tengo heridas
como el mar tiene olas.
Vaivén eterno
dentro del abismo:
ansias extrañas
y zozobras locas.
En sorda pugna
estoy contra mí mismo,
tal como el mar
contra las altas rocas.
Fondo
de inexplicables convulsiones,
de simas delirantes,
de criaturas enfermas,
mar de imágenes oscuras.
Sepulcro cruel
de espasmos
e ilusiones,
donde muere la luz
rabiando a trizas
y en que arroja la sangre
sus cenizas.