Enséñame, Granada, tus rincones:
el bello Mirador de Lindaraja,
la fuente que bañó a la dulce maja,
tus claustros y tu Patio de Leones.
Llévame de la mano a los arcones
de las noches lunadas en que baja
la sombra sarracena del gran Rajab
enemigo mortal de los gascones.
¡Granada, solitaria flor hierática!
¡Granada, hermosa virgen enigmática!
¿Dónde lloró Boabdil su vencimiento?
El Darro y el Genil, hermosos ríos,
enamorados de tus caseríos
te llevan de la mano al firmamento.