Nunca el mármol había logrado hacerse lumbre
y ser para los siglos cual lámpara votiva;
y lo tenéis allí como una luz activa
iluminando España desde su excelsa cumbre.

Lo sometió algún dios bajo su servidumbre.
La piedra se hizo blanda, tierna, gimió cautiva;
se desnudó como una mujer… Oh carne viva…
y esparció en el ambiente su extraña dulcedumbre.

Y en la magna estructura convergen mutuamente
el cielo y el infierno disputando poderes,
mas el poder del cielo triunfa olímpicamente.

Y las piedras sagradas, rompiendo su mutismo,
parece que de pronto cantaran minisereres
como almas rescatadas del fondo de un abismo.

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