49.
Las mieles
y las flores
que te exploro,
la inundación de luz
en que navego,
son en mis manos
explosiones de oro.
¡Con tanto resplandor
me siento ciego!
Tú me das el manjar,
yo lo devoro.
Me das el agua,
tengo sed de fuego.
Me das la lid,
embisto como un toro.
Me das la libertad,
yo me repliego.
Ya no está quieto nunca
tu poeta.
Te siento toda.
Entera te padezco.
Mi ser no es mío.
Es tuyo en absoluto.
Dolor que hiera
o muerte que acometa,
impotentes serán.
Ya pertenezco
al puro amor,
al primitivo,
al bruto…