I

Pasa por los caminos de Andalucía y canta
lo que sólo descifran las flores y los pájaros.
Viste de negro. Es pálido.
¿Tal vez un ermitaño?
Cuanto dicen sus labios tiene dulzor exótico:
sabe a gloria y a miel.
Sus manos de ángel-niño sólo deshojan pétalos
y, a veces, con las hebras del crepúsculo teje
filigranas de luz.
¿Un mago? ¿Un sacerdote? ¿Un semidiós?…No sé.
Sólo sé que, cuando habla, se operan en los bosques
milagros con su voz.
¿Lo reconoces, viento?
¿Cielo, lo reconoces?
Siempre vuelve el extraño solitario del monte
y nos deja un cantar…
Cuando él torna hay euforia en los follajes verdes.
Las corolas se tiñen de matices dulcísimos…
A veces, cabalgando sobre un manso borrico,
pasa como una ráfaga entre olivar y rosas
y se hunde a contraluz…

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