XXXIII
Es la piedra que sufre y que modula
hasta alcanzar la voz de la plegaria…
El fuego que se encrespa y que se ondula
hasta hacerse radiante luminaria…
Es la flor que se arranca de su rama
y se hace mariposa iridiscente…
Es la voz del abismo que se inflama
y se hace sinfonía de repente…
Es la tierra. Es el agua. Es el viento
que, al cobrar armonioso movimiento,
logra vivir con resplandor eterno.
Un «sésamo ábrete» … y en cuyo vuelo,
elévanse las cosas hasta el cielo
como almas rescatadas del Infierno.