Rostro del tiempo bañado de lágrimas, rostro miserable,
tú y yo, los dos únicos, tú azotado de fuego, yo de dudas,
rostro que amo y celebro y beso todos los días,
rostro sobre el que lloro y padezco la vida,
tiempo que sin cesar nace y renace y muere y remuere,
bello rostro escarchado, mar de infinitas angustias,
fuente de amor y de tristeza, libro inacabable
donde leo, donde repaso a diario, donde aprendo
únicamente mi dolor, solamente mi muerte:
rostro donde la gloria es sólo un charco de luz,
donde los ojos de los niños pueblan el día y la noche,
rostro roído de siglos, viajero infatigable
cuyas barbas son los áureos crepúsculos y las noches azules,
tiempo que no envejece y se renueva –viejo te conocí-,
¿qué ardores duermen y palpitan bajo mi sangre?
Sellado por el silencio, por el silencio ruedas,
mar devorador, vértigo del espacio o alta hondura,
sin orillas, sin alba, sin crepúsculo, sin ejes,
impreciso el color, desvanecido ya, tiempo infinito,
tampoco yo sé cómo hacer para interrogar tus enigmas.
Las palabras no horadan tu sordera de siglos,
viajero insalvable, rostro roído y untado de lágrimas…