Aquel tesoro inmenso de tu cuerpo
que todo el mundo reverencia,
ha cegado ya muchos ojos castos,
ha desgarrados muchas inocencias…
Ha roto tantas liras,
ha tronchado ya tantas rosas de oro,
y aún camina egregio
como un milagro, por las calles todas,
con suaves armonías,
encantando las almas y las cosas!