MAESTRO
(A: BL.B)

Maestro:
en tu frente germina el nuevo sol americano,
arde en tus labios de indio
un manifiesto de laureles.

Una larga asamblea de luceros
corre por todo el continente
socavando la noche como un río
a decir tu evangelio y pregonarlo al mundo
y llenarle los ojos de lámparas de oro
y llenarle la boca de miel y de palomas.

Maestro:
¡Anunciación!
Mensaje de trigales de alborada
llega desde tu sangre llovida de tristezas
quemada en la vigilia,
al hambre abandonada
o roturada en ayes, mas, llega y amanece
en todos los hogares del planeta
y es tan duro el afán y el fruto dulce
cuando todos los niños rurales de los Andes
van descubriéndose como universos,
van desnudándose como los lirios en la noche
y van sonorizándose en metales encendidos…
mesiánicas trompetas y campanas aldeanas,
y van emancipándose del sueño de las sombras
como hostias,
como flores,
y banderas de púrpura,
como rubias montañas de mieses estelares.

Maestro:
en tu cabeza se detuvo el sol como sobre una cumbre,
y, tu actitud de apóstol es la mejor semilla
que, multiplica el pan de cada día en el espíritu,
que esclarece los lares dormidos en la sombra,
que se alza como un iris en los frescos bohíos,
las cabañas sencillas y los rústicos ojos
de los niños menudos como panes de arcilla.

El niño y el obrero y el anciano
emigran a las zonas de tu frente en levadura de astros
y se vuelven portando antorchas como rubias
cabelleras de trigo, decorados
el pecho y las pupilas de rocíos de estrellas.

Maestro:
¡ya te siguen cincuenta!
¡ya te siguen doscientos!
¡ya te siguen trescientos!
¡ya te siguen millones.

Y avanzan por el mundo
entre muros de fuego cual Cristo entre el tumulto.
Hacia la noche avanzas como lábaro
y florece tu cara como un clavel de fuego,
tu sangre misma brota en divinos geranios
y tu llanto de mártir, llanto de varón sacrificado
circula como un río de miel en cada pecho ciudadano.

Crece el cariño para ti, sobre tu muerte.

Cada niño es un hombre que fructifica en lágrimas
sobre tu inercia, tu fecunda soledad,
que más allá del sueño sigue germinando
en símbolos celestes y capullos de aurora.

Tus huesos como flautas suenan en el silencio
y las palomas queman
teoremas de amor sobre tu carne difunta.

Maestro:
y tu silencio es un santuario de azucenas
en que mil ángeles de luz custodian tu
cadáver.

Maestro: habla…

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