Tu adhesión al dolor ya es advertida
-total acoplo a tu divina llama-
Fue como miel al socorrer la herida,
cual lluvia que al desierto se derrama.

Enredadera azul que está adherida
a mi obscura muralla donde se ama
la muerte, donde llora enmohecida
la luz y envuelve en sol el panorama.

Mi canto, itinerario de la tristeza
en ti se estacionó; me sobrevino
tu amor de luz, tu boca me dio vino.

Tu rostro –dulce lámpara- pureza
de agua, rocía en mis obscuras lomas
un divino diluvio de palomas.

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