- De muchacho escribía
De muchacho escribía
de manera incesante y porfiada.
Yo tenía,dentro del alma,
una terrible hoguera;
y el verso,
a flor de labio,
florecía.
¡Ah mi pasión antigua!
¡Qué grande era!
Quemaba como el sol;
me reducía.
Fui todo yo una roja primavera.
Y era mi religión
la Poesía.
Mis ramas crepitaron
como estrellas.
Y si en cenizas
me reduje en vida,
mis cenizas también
ardieron bellas.
El incendio interior
duró muy poco:
adentro
me dejó una cruel herida;
y afuera
el gesto trágico de un loco.