1. De muchacho escribía

De muchacho escribía
de manera incesante y porfiada.
Yo tenía,dentro del alma,
una terrible hoguera;
y el verso,
a flor de labio,
florecía.

¡Ah mi pasión antigua!
¡Qué grande era!
Quemaba como el sol;
me reducía.
Fui todo yo una roja primavera.
Y era mi religión
la Poesía.

Mis ramas crepitaron
como estrellas.
Y si en cenizas
me reduje en vida,
mis cenizas también
ardieron bellas.

El incendio interior
duró muy poco:
adentro
me dejó una cruel herida;
y afuera
el gesto trágico de un loco.

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