21.

Siento la poesía,
toda,
plena;
pero mi labio es frágil
y mezquino.
Ella es la libertad;
yo, la cadena;
ella es alta deidad;
yo, oscuro siervo.

Ella me da su luz;
yo le doy sombra;
ella me da su rosa;
yo, la espina.
Vaso pequeño es mi palabra.
Rómpese,
siendo de barro,
ante su luz divina.

La amo,
la aclamo,
sí,
y la crucifico.
Ala me da;
mas yo le doy el pie.
Me brinda el oro;
le retorno el zinc.

Quiero vestir su desnudez
con sedas
y tengo sólo andrajos…
¡Oh, poesía!
Perdona, huésped mío,
mi torpeza.

Entradas relacionadas

Deja una respuesta