30.
El rostro del papel se me presenta
como un cuerpo desnudo.
me provoca
Es el misterio,
Tiemblo,
Está sedienta mi ansia comulgatoria.
Arde mi boca.
Nada es.
Sólo un papel.
Y lo acaricio,
lo invado,
lo poseo;
en él pergeño
boceto tras boceto;
en él me envicio:
engendro una ilusión;
erijo un sueño.
Ya está.
Como si fuera una hembra,
luce sucio,
ultrajado,
todo poseído
con la tinta nupcial que lo profana.
Hay algo ya.
La nada se reduce.
Viene un hijo pequeño,
estremecido.
Es el poema que nació mañana.