Mágico mundo el tuyo, Borkas. De tus pinceles,
alucinadamente, surgen coloraciones
de amarillos intensos y ardientes bermellones
igual que una explosión de rosas y claveles.

¿Qué mundo misterioso es ése que gobiernas?
¿En qué región onírica tienes puestos los ojos?
¿De dónde traes esas violetas y esos rojos?
¿De qué oscuros abismos….de qué extrañas cavernas?

¿Cómo es que tu cerebro lucubra esas figuras
unas veces terribles y otras veces divinas?
¿Son dientes o son zarpas o garras asesinas
las que surgen del fondo de tus raras criaturas?

¿En qué infernales brasas hierves tu sangre viva
para lograr los fuertes esmaltes de escarlata?
¿Qué rayo entra en tus carnes a hacerse catarata
de arco iris que mantiene el ánima cautiva?

Rigideces macabras, contorsiones diabólicas,
delirios de la forma geométrica más rara,
mundo de pesadilla que de pronto depara
luces petrificadas en volutas alcohólicas…

¿Acaso los remotos demiurgos de Sechín
retornan y se reencarnan en tu taller y trazan
esas efigies que arden, que saltan y se abrazan
igual que enloquecidas abejas de un jardín?

Tienes Borkas, enigmas de un sabio ceramista.
Tus manos, cuando pintas, arrancan del crepúsculo
no sólo luces sino trozos de piel y músculo
de algún ángel tardío que se pierde de vista…

Yo no sé cómo logras dominar remolinos
y trocarlos en suaves esferas luminosas…
¿o es que te desencarnas y te vuelcas en rosas,
en aves mitológicas y sagrados felinos?

Vienes, sacerdotisa, de hondas criptas ignotas
realizando una suerte de ritos esotéricos…
Se siente el resoplido de animales quiméricos
rodando entre las sombras con las vértebras rotas…

Y en tanto que deliran y gritan los pigmentos,
tú quedas como en éxtasis, sin sangre, toda pálida.
Es entonces que tu alma rompe la azul crisálida
para alzarse a los astros entre rayos y vientos…

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