XV
Alma, feliz de mí si te supiera
sencilla, lejos del apiñamiento,
allá en la soledad, donde hay un viento
de amor, de cielo azul, de primavera…

No en mísero jardín, sino en pradera
donde se exalta y abre el sentimiento
como otro cielo; allí, donde es tan lento
del tiempo el curso, dentro como fuera…

Seguido, no de lobos ni leones,
sí de palomas, y escuchando el eco
de bíblicos ensalmos y sermones…

De mieses y de lirios circunscrito,
vivificando el corazón reseco
bajo el rocío astral del infinito…

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