II

Brota de nuevo, oh fuente de inspiración, acude
con presteza al reclamo doliente de mi voz;
desbrózame las sombras que me envuelven, sacude
esta mudez horrenda y este silencio atroz…

Bríndame tus purísimos cristales, despercude
mi ocioso labio, infúndeme esa fuerza veloz
que gravita en tus ondas…Que mi alma se desnude
del lodo que la mancha y se vuelva hacia Dios.

No me dejes caído sobre el desierto, oh fuente,
muriendo en la inclemencia de la sed que me quema
y el zarzal que desgarra mi piel impenitente.

Sólo un vaso…¡qué digo!…una gota, y yo de ella
mezclándola en mi sangre procuraré un poema
con un iris sutil que parezca una estrella…

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