XVI
Por cortar una rosa, oír el viento,
mirar la luna, ver la lejanía,
conjetura que el desquiciamiento
en loquillo de atar me tornaría.
Se me privó el vagar para escarmiento
y en los libros caí…Todo leía,
que pronto se pobló mi pensamiento
de exótica y profusa fantasía.
Fue «Las mil y una noches» un embrujo.
Me encantó Kipling, Hoffmann me sedujo
que mi alma, de raíz, fue conmovida.
Hoy que saben de mi o nada o poco,
dicen indiferentes: «¡Pobre loco!»
Yo estoy feliz, amigos, de la vida.