XXVIII
Sólo quiero un pedazo del otoño,
una rosa nomás,.
Si de tu amor me ofreces testimonio,
dame nomás una sonrisa y … basta…

Para mis ojos: horizonte, campo,
paisaje en facultad de diluirse,
imprecisión de cosas,
silencio, soledad,
todo envuelto de magia, de misterio.

Quiero todas las cosas por sí mismas,
y no a través de la palabra;
que ellas se me aproximen
y me hablen con su voz indescifrable,
voz esencial, profunda,
voz sagrada, inmortal, como Dios mismo.

Apenas una humilde araña, apenas,
y, sin embargo, a contraluz,
después que los cristales de la lluvia,
dejaran limpio el verde de las hojas,
a contraluz, a la hora del crepúsculo,
qué ingente cantidad de poesía,
al ofrecernos su telambre.

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