Son las rosas amarillas
y lúgubres del Otoño;
esas que por los caminos
ruedan presurosas.

No las dejes ir criatura
mis últimas ilusiones
aquellas que fugan son…
no las dejes ir criatura.

En tantas horas de fiebre
en tantos delirios lentos,
para ti creadas me fueron
en tantas horas de fiebre.

No las dejes irse lejos,
con ellas mi vida va
¡deténlas criatura mía
y aprésales en tu pecho!

Dales tus ósculos largos
y tus lágrimas también
ya no tengo el llanto amado
que ayer no mas derramé.

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