El sol, que fulge en un oriente de oro,
se lleva de la ermita de mi mente
y de mi ensueño, el azul tesoro
en una nube de arrebol luciente.
El campo, toda la naturaleza,
que tiene sed de encanto y poesía,
el madrigal ingente de belleza
que guarda en su misterio el alma mía.
Yo, voy así por el paisaje verde,
tal una sombra, tal un fresco viento;
o a modo de un poema que se pierde
temblando por el ancho firmamento.