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Por el puquialito
desnudos los pies
paseaba la huambla
de rostro de miel.

Challhuitas doradas
saliéronla a ver;
le dieron su aroma
el lis y el clavel.

Quedóse dormida
bajo un retamal;
salió una culebra
y fuéla a besar.

En sus caracoles
el río lloró;
el viento en las pencas
también sollozó.

Lágrimas de plata
lloraron también
huaytas y challhuitas
hasta anochecer.

Quedóse dormida
convertida en flor
suave como luna
rubia como sol.

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