XI
TAL fue todo. Ningún olvido. Nada,
sólo que el tiempo pasa en mis espaldas,
que se suceden ascuas, rosas, polvo,
sólo que invaden los inviernos, sólo
que me conduzco tan mal humorado,
contradictorio, desleal, y a veces
un poco reidor…Sólo me queda
envolverme en la música y doblar
el alma, el sueño, la crueldad vencida.
Es la vigilia un cuervo que me extirpa
los ojos. Y me quiero, me desdoblo
y soy piadoso –ya se entiende-.
Recrimino a mi pecho enamorado,
ardo en monólogos, caigo y recaigo
en insólitos mundos y acaudillo
satánicas ideas. Vivo y sufro
de extraña y turbadora teología
mientras pasa la noche sobre mí
rodando como el fuego, mientras corren
a acabarse las horas en el polvo…