VIII
A ORILLAS, Galatea, de la tarde
tu cabellera de azafrán semeja
más que una lámpara una flor que arde…
¿Qué flor en estallido es tu bermeja
boca de abismo y que maná elabora
más zucaroso que la vid añeja?
Viéndote el aura, bella, se enamora,
enamóranse el agua que te baña
y el viento que te canta y que te llora…
Galatea, ¿qué hierbas de montañas
te perfuman, qué rosas misteriosas,
qué alburas, di, te nacen de la entraña?
¿Pureza de qué reino es la que gozas?
¿quién te labró con líneas de candela,
nácar de mar y luz de mariposas?
Grácil como una flor o una gacela
seméjase tu pecho a blanda nieve
donde un extraño fuego se congela…
¿Qué río será aquello que se mueve,
o lago de qué cisnes el que late
bajo tu vientre nacarado y leve?
Ay, Galatea mía, ¿en qué combate
de azucena y clavel creada has sido
para ahora imperar sobre el penate
de este mi sueño hermoso y florecido?