No hay símbolo que permanezca
intacto, irreductible;
el símbolo envenena;
por él se muere
o mátase en el acto.
Santo licor que embriaga
y enajena.
Detrás de cada símbolo
hay torrentes de sangre,
terroríficos cadalsos,
ciegos verdugos,
hachas igniscentes,
discursos pírricos,
códigos falsos.
Hay que evitar su lumbre
que enceguece y mata,
Su poder de filtro
es suave, es como miel,
más rápido enloquece.
Sorbe el cerebro
al débil o al más fuerte.
Evitad, pues, al símbolo
y su nave dirigida
por dioses de la muerte.