José Antonio Montes, hombre de la alta sociedad limeña, decide acudir a una casa de citas, ubicada de una zona residencial de Lima, regida por
Categoría: Obras
Ahora me he aproximado a tu silencio, a tu alma.A escuchar si respiras y tienes aún latidos.¡Cómo darte la sangre, tu última sangre hermosa!Me esfuerzo
De pronto el ruedo.Un mar de gritos. En el mismo centrocaen dos gallos de plumaje lúcido.Se miden. El rumor se apaga. Avanzan,estudian con sigilo, teorizan,se
Solípedo divino hecho ex profesopara el servicio de héroes y de dioses.¡Qué poderío el de los pies velocesde este heredero de Quirón y Neso! Otea
I En estos instantes que escribo estos versos,mi Patria es cautiva de torvo Caín,¡Ay, Patria, tus hijos se pudren dispersosal golpe sangriento del rudo botín!
I Blanca era la golondrinacomo la nieve o la rosa;mas una tarde, curiosa,dentro de mi alma asomó;y por quitarme una espina,las dos alas se tiznó.
El ensayo de Samaniego fue muy elogiado, pues llegaba en una época crucial para comprender la vida y obra de Vallejo. En 1958 fue merecedor del premio Nacional
Publicado por Juan Mejía Baca y Editorial Talleres Gráficos P.L. Villanueva S.A., Edición Agosto 23 de 1954, Lima- Perú. Págs. 142 R.T. El libro ofrece:
Al momento de su publicación, la obra «César Vallejo, su poesía», le mereció a Antenor Samaniego muchas satisfacciones. Escrito entre 1946 – 47, se convertía
En primer término se advierte en «Los Heraldos Negros» como nota predominante, al decir de Mariátegui, el sentimiento indígena. Más, esto no quiere decir que