XXV No me hieras, Dolor, en lo profundoque tu espada invisible no se ensañecon quien poco hizo o nada en este mundo. Bien está que
Categoría: Poesía
XXVI Me ha llegado el dolor. ¿De dónde vino?Es un señor adusto, recio, grave.Tiene el semblante de ángel asesino. El me atraviesa con su acero
XXVII Todas las tardes llegas a la verarecóndita del ser en que padezco;y te vas, tarde, con un pocode restos míos: sueño, amor, gemido… Llegas
XXII Mi soledad no existe. En mi concienciase mueve, atento, vigilante, un ser,un ser profundo –activa luz, esencia –en quien yo creo aunque no quiero
XXIII Oh, soledad, si al menos me dieses a gustarla profunda dulzura de tu reino dormido…si al menos me llevases al campo, al olivar,y a
X Si fuese piedra yo, sólo querríaser, no de Fidias ni Rodín el bloquede mármol, ni la rica pedreríaque a Piscis tiente y a Afrodita
XXI ¿Por qué en la edad mayor de esta mi vida-vale decir crepuscular- me llegala gana de pintar –gana que friega-si nadie me lo ordene
XXIV Horror ver cómo crece desde adentro el vacío,ver o sentir la noche borrándote el sendero,sin fuego ya la sangre bajo la hoz del frío,sin
XV Bronceada por el sol tu piel canela,tu piel canela por el sol bronceada,formas ligeras de gentil gaceladel valle afrodisial enamorada… En tu sangre un
XVI Por cortar una rosa, oír el viento,mirar la luna, ver la lejanía,conjetura que el desquiciamientoen loquillo de atar me tornaría. Se me privó el