XXII

Mi soledad no existe. En mi conciencia
se mueve, atento, vigilante, un ser,
un ser profundo –activa luz, esencia –
en quien yo creo aunque no quiero creer.

Un ser no descifrado por la ciencia,
alguien que no naciera de mujer.
¿Su origen? Un misterio…Omnipresencia
que rige mi destino y proceder.

Todo mi ser en él se circunscribe.
Donde halla término mi libertad,
él empieza (recién), trasciende, vive…

Mi soledad no existe. No estoy solo.
Y a él que me da la flor de su amistad
temblando me le acerco y me lo inmolo.

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