CON ANTENOR SAMANIEGO: POETA, NOVELISTA, ENSAYISTA Y PEDAGOGO

Maynor Freyre, escritor, periodista y docente universitario, entrevistó a Samaniego y escribió este artículo publicado en la Revista Horizontes Universitarios, Nº 37, Julio de 1962.

Es a un poeta a quien toca ocupar ahora nuestras columnas: Antenor Samaniego, catedrático de las universidades de San Marcos y Católica, profesor del Colegio Militar Leoncio Prado y premiado por sus poemas Canto a Castilla (Revista Fanal) y Elegía a la partida de Eguren (Sec. Amigos de Cervantes), y por su ensayo sobre César Vallejo y su poesía (Ministerio de Educación).

Cuenta entre su bibliografía con obras de poesía: Cántaro, el país inefable, Yaraví, Oración y blasfemia, La odisea de Angamos y Rumor de la palabra desgarrada; teatro: El hechizo y La mercenaria; ensayo: César Vallejo, su poesía; novela: Del barro nació la luz, y didáctica: Historia y literatura y Lengua y literatura.
Piensa del Perú, como material poético, en un país próvido de magníficas situaciones: así considera que su historia y geografía constituyen ricas y preciosas canteras poéticas.

Como pedagogo, concibe que nuestra pedagogía, igual que la política, está muy bastardeada: improvisaciones, malaventuras, componendas, burocracia, círculos cerrados. En este aspecto, dice nuestro entrevistado, faltan estudios, investigaciones y libros. La centralización es también otra causa de la crisis. Lo mismo que la desigualdad económica.

Respecto al estado actual de nuestra expresión artística, opina Samaniego que sigue siendo un apéndice de las artes europeas. Hay ausencia de movimientos auténticos mas así una especie de mimestismo. Ciro Alegría, López Albújar, J. M. Arguedas y Mario Florián, merecen respeto como nativistas de nuestras letras. En las artes plásticas hay mucha diversificación en las tendencias, pero se puede considerar que desde Sabogal hasta Núñez Ureta hay vertebración indígena. Szyszlo y Dávila tienen algunos atisbos y nada más.

Por otra parte, nuestro público puede catalogarse como iletrado a causa del pauperismo económico, que permite la adquisición de uno que otro periódico y alguna revista de vez en cuando. Un poemario de una edición de mil ejemplares, que se logre agotar en un año, puede considerarse un éxito, mientras en EE. UU. o Francia alcanzan normalmente cien mil ejemplares, dice contrariado.

Para finalizar nos da un mensaje para el estudiantado universitario. En él pide a éste trate de desinvidualizarse, pues todo individualismo mal encaminado deriva en el egoísmo que ensoberbece al individuo y lo corrompe.

Por eso, debido a nuestra educación eminentemente individualista, nuestros dirigentes no aspiran sino al poder y la opulencia, tratando que sobre unos pocos giren las demás gentes. Por esta vía nunca se llega a la democracia sino a la dictadura. El joven universitario no debe solamente estudiar para obtener un título o un cargo. Que tras el cartón o puesto público no piense en el gran señor que será mañana o en el lucro, sino en el bien que debe irradiar a sus semejantes. ¿De qué sirve el bien de uno si mayor es el mal de otro? Sólo el bien universal –lo cree así– brinda la felicidad que aspira el espíritu.

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