4.

Conozco una pasión: la de trovar.
Por eso yo pergeño este poema.
Es mi alma como el leño que se quema,
con un aroma exótico de azahar…

Quiero hacia el campo huir, en él estar,
junto al nenúfar y la crisantema,
ver en el lago al pescador que rema
y a la calandria echándose a volar.

Del campo, de la vasta soledad,
me viene esta pasión, la siento y luego
la dejo arder como si fuere fuego…

Pasión ardiendo en mí, necesidad
de abrir una ventana y como un ave
lanzarse en pos del véspero y…¡quién sabe!…

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