Entrad en mi alma:

miraréis en ella

desierto el panorama,

el cielo gris,

el árbol escoriado,

muerto el parque,

colores tenues,

soledad,

silencio.

Todo fue fiesta dentro.

Ha poco tiempo,

allá en la primavera,

con gran júbilo, danzaban

algo así como bacantes,

las horas del amor,

las horas lúdicas.

Alguien entró y segó mis rosas de oro,

dio contra el muro el arpa;

entre sus manos,

las uvas y el panal…

todo estrujó.

Dijeron que era Marte.

Era la Muerte.

¡Ya no dejan soñar!

Tampoco existe

un pequeño lugar donde soñar.

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