Yo soy, Madrid, quien te transita y ama.
Soy quien, entre tus calles y callejas,
sufre alucinaciones y destrama
lo que no dicen tus casonas viejas.
Oigo tu voz profunda que me llama.
Me gustas, me fascinas, me entrecejas.
No en vano tienes corazón de dama.
No en vano te me das y te me alejas.
Bella y terrible; pícara y coqueta.
Como la rosa mística avileña,
guardan un alma intensa de poeta.
Ciudad de golondrinas y amapolas,
cómo enloquezco por la piel trigueña
que me enseñan sonriendo tus manolas..