I
Blanca era la golondrina
como la nieve o la rosa;
mas una tarde, curiosa,
dentro de mi alma asomó;
y por quitarme una espina,
las dos alas se tiznó.
II
Sólo una vez he llorado;
no porque madre muriera,
no porque amada se fuera
con otro porque se fue;
lloré, todo desolado,
cuando mataron mi fe.
III
De Machado era el poema,
de Juan Ramón la elegía…
Por leer tanta poesía,
tengo herido el corazón.
Y poesía me quema,
poesía: mi pasión.
IV
Que me des una canasta
de rosas y de claveles
o frutos de ricas mieles,
no satisfará el ardor
de mi sed. Un beso basta,
un beso tuyo, mi amor.
V
Con qué donaire camina
la niña de cuerpo en flor.
De nácar es la color
y los labios de clavel.
Con su sonrisa ilumina,
la niña de ojos de miel.
VI
En el alma hay una pena,
pena que crece a manera
de una oscura enredadera,
que ya me siento morir.
Yo no tengo Magdalena
que me consuele el sufrir.