Yo quiero someter al mal, dios rojo

que me insinúa manzanares de oro.

Me bastan las legumbres que recojo

y el laúd que pulso bajo el sicomoro.

¡Atrás sándalo y vid! ¡Dadme el abrojo,

no la pagana miel! Que en mi tesoro

están la ortiga, el cardo y el hinojo,

y no las rosas del alcázar moro.

¡Aleja, tentación tus áureas pomas,

esas, que al endulzarme, de veneno

llenaron mis vasijas y redomas!

Pasa el tizón ardiendo por mi herida,

que, harto de revolverme ya en el cieno,

quiero iniciar la forma de otra vida.

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