¿Cómo no pude persuadirme enantes

de tanto resplandor frente a mi mano,

tantos rubíes juntos y diamantes

en este cobre: corazón cristiano?

Igual que muchos tristes caminantes

me di a escrutar, inútil, el arcano;

y estaban a mi lado en los instantes

en que negaba a Dios, a lo profano.

Estaba ciego y no veía en torno.

Crápula al fin, quemaba mi existencia

en medio del placer, como en un horno.

Hoy que repaso lo pasado, veo

que has sido en mi camino la presencia

un astro dulce de áureo centelleo.

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