Ministro de arte poética sería

si Amor fuera mi rey, y el reino fuera

no el blanco Invierno, sino Primavera

cromada de ilusión y poesía.

En dicho reino sólo ingresaría

quien por su fe se consumió en la hoguera,

no quien se armó de heráldica guerrera

e hizo en la tierra atroz carnicería.

Difícil pero hermoso ministerio,

sin graves senadores cejijuntos,

sin prefectura ni otro cautiverio.

Febril viví y vivo esta utopía,

relegando a un costado los asuntos

que en nada incumben a mi jerarquía.

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