Manuel González Prada…Cuanto más te me alejas,
creces como una estatua divinamente bella.
Ciñe el cielo tu frente de unas rosas bermejas
y tu brazo de apóstol de una ardiente centella.

Fue tu palabra el zumo de las vides añejas,
pronta en el epigrama, el lied y la epopeya…
Demóstenes o Píndaro…un semidiós semejas
y donde hallas tinieblas, tú siembras una estrella.
Oh divino hereziarca. Yo alimenté mi infancia
con la emulsión sagrada que destiló tu mente
y ungí mi pensamiento con tu misma arrogancia.

Manuel Gonzáles Prada, el de la egregia testa,
el del verbo flamígero, el de la lira ardiente
el que hizo resonar cual rayo la protesta.

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